viernes, 18 de diciembre de 2020

ESPELEUKA SEGUNDO SECTOR SIMA SPEOS - SIFON MATEO MARTIN

 

    En este año tan complicado para todos, por fin una alegría, nuestros compañeros del “Gran Chaman” nos invitan a acompañarlos a una nueva aventura subterránea en la que ya consideramos la reina de las cavidades del sudeste peninsular; La cueva de los Chorros. Esta vez nos encaminamos a otro antiguo sifón terminal, hoy llamado sifón Mateo Martín y puerta de entrada al sector tres del complejo de Chorros.

    El recorrido inicial será el mismo que las veces anteriores hasta la sima speos, pero esta vez la descenderemos en su totalidad para adentrarnos en el para nosotros, desconocido segundo sector. 

Nos equipamos como siempre delante de la pequeña boca de conexión y enseguida nos estamos deslizando por la estrecha rampa de entrada. Nos llevamos una grata sorpresa ya que encontramos sin agua la primera gatera evitándonos así el obligado baño al atravesarla. La segunda sí que está inundada, ya era mucho pedir encontrar secas las dos, pero deslizándonos sobre nuestros sufridos petates, la cruzamos sin apenas mojarnos.
 

  
Mientras terminamos de equiparnos nuestros compañeros ya tienen prácticamente montando el primer pozo que rápidamente vamos descendiendo todos. Avanzamos por las grandes galerías en dirección a speos y comprobamos con satisfacción que ya nos orientamos bastante bien en la compleja red de túneles. Se notan ya las anteriores visitas, lo que unido a la inestimable ayuda de los indicadores que vamos encontrando, nos llevan sin problemas a nuestra meta. Ahora bajaremos el gran pozo speos en su totalidad, y ya en su base nos adentraremos en el segundo sector de conexión. A partir de ahora, entramos en territorio desconocido y dependemos de la topografía de la cavidad y la experiencia de nuestros compañeros en la misma. Avanzamos por la amplia galería y encontramos lo que debería ser el sifon temporal, el cual se encuentra completamente vacío. Observamos el atlético pasamanos varios metros por encima nuestro, mientras avanzamos cómodamente sobre suelo seco. 

    Se nota que estamos al final del estío y todavía no comenzaron las esperadas lluvias otoñales, lo cual nos facilita mucho estos pasos aunque resta algo de emoción y belleza a la cavidad. Seguimos adelante comprobando cada cruce en la topo y tras algún error rápidamente descubierto gracias a la experiencia de los compañeros, subimos una cuerda fija de unos tres metros que hay en uno de los cruces. Pronto escuchamos el susurro del agua y damos con una gran sala donde confluyen dos ríos, uno bastante pequeño y ambos forman un amplio lago que se extiende al fondo de la galería. Nos encontramos en la sala de los Golpes y el lago Ariosto. Aquí nos espera una agradable sorpresa, se une a nosotros uno de los grandes expedicionarios que bucearon y exploraron el sifón Mateo Martín y se internaron por vez primera en el sector tres del complejo, Salvador Luque, todo un lujo contar en el grupo con uno de los pioneros y escuchar todo tipo de explicaciones y sus respuestas a nuestras numerosas preguntas, una gran persona además, no podemos olvidarnos del rescate por el mismo, de una de nuestras sacas que se me fue de las manos y perdí en la sima de Pablo Puyol. Ahora podemos darle las gracias en persona y que mejor sitio que aquí en Chorros y en un magnifico ambiente espeleológico. 

    Caminamos río arriba por la galería de las moscas, pasamos una gran ventana sobre nosotros tras la cual, se encuentra el campamento, también llamado de las moscas. Fue usado durante las exploraciones de este sector. Escuchamos el ruido de una cascada que va en aumento y para nuestra sorpresa cuando la vemos, comprobamos que solo es un pequeño salto de agua, pero debido a la resonancia de la cueva parecía mucho mas grande. 

   La galería se inunda totalmente delante nuestro cerrándonos el paso con otro precioso lago de profundas y transparentes aguas. Este, junto a las pulidas y negras paredes de la cavidad, forma otra más de las inolvidables imágenes que guardaremos para siempre en la memoria. Cambiamos de dirección, trepando la oscura roca nos adentramos por un pequeño meandro por el que, a pesar de las protestas de nuestras sufridas rodillas gateamos arrastrando nuestras baqueteadas sacas. El meandro es muy bonito y relativamente cómodo, se va estrechando paulatinamente hasta terminar de golpe en otra galería de techo bajo. Lo más difícil es encontrar la postura para salir, es uno de esos pasos que, siendo relativamente sencillo, pueden acabar en una buena caída de imprevisibles consecuencias. Vamos ayudando a los compañeros a salir y seguimos adelante por la galería con el suelo de barro compactado lo cual agradecemos en los tramos que tenemos que arrastrarnos. Desembocamos en un alto pasadizo inundado, es el mismo lago que evitamos antes por el meandro. Avanzamos por la orilla agarrándonos bien a la roca de la pared ya que a nadie le apetece un baño en sus heladas aguas. Saltamos a la otra orilla y vemos el principio del pasamanos que lleva al sifón Mateo Martín. El aéreo y deteriorado pasamanos pondrá a prueba las fuerzas de todos, es bastante atlético y se suda para superar el lago que nos separa de la orilla del sifón. Estamos en la puerta del poco explorado tercer sector del complejo, que sin duda, seguro esconde grandes sorpresas para sus futuros exploradores. El felino descubierto tras el sifón durante su incursión por Salvador Luque así lo confirma. 


    Pero de momento la cueva, sigue ocultando celosamente sus secretos tras las frías aguas del para nosotros infranqueable sifón. Estos seguirán a la espera de ser iluminados por las brillantes luces de futuros espeleólogos a los que la cavidad permita unos instantes de efímera contemplación y disfrute. Con eso nos conformamos los espeleólogos, el saborear las vistas de estas maravillas naturales llenas de caprichos de mil formas y colores moldeados durante milenios por la acción del agua. Toda cueva es a nuestros ojos una obra de arte por lo que merece la pena todo el gran esfuerzo físico, el frió, el barro y todos los sacrificios que nos exige para su contemplación. 

    Iniciamos el retorno por el bastante deteriorado pasamanos para llegar a comer algo en la gran sala de los Golpes, las horas corren rápido en el mundo subterráneo y necesitamos reponer fuerzas para el retorno a la superficie. Regresamos por el mismo camino que esta vez se nos antoja más corto que a la ida. Comemos y descansamos en animada charla comentando todo lo visto y vivido en las últimas horas. Como siempre que paramos, el frío pronto nos anima a continuar y ponernos en marcha. Volvemos a la base de Speos e iniciamos el ascenso inmediatamente, somos bastantes y hay que agilizar la salida. Una vez arriba decidimos ir saliendo en pequeños grupos conforme van ascendiendo compañeros hacia la salida, para así ir descendiendo el pasamanos que es algo delicado de bajada y comenzar la subida del pozo Espeleuka sin largas esperas. Otra vez vamos desde Speos hasta la salida nosotros solos, vamos reconociendo los cruces y nos orientamos bien en la complejidad de galerías que vamos recorriendo. Esto nos hace ganar confianza y nos da una gran satisfacción el no depender totalmente de la experiencia de los compañeros al menos en este corto tramo. Esta confianza se gana a base de visitas a la cavidad, y esperamos que nuestros grandes amigos del “Gran Chaman” nos guíen en muchas más ocasiones por esta enorme red de galerías y algún día seamos capaces de llevarlos a ellos sin que nos den indicaciones. Para eso falta mucho, y hasta entonces no dejaremos de agradecerles lo que estamos disfrutando gracias a ellos. ¡¡¡ GRACIAS AMIGOS.!!! 

    Solo queda ascender el pozo Espeleuka que siempre nos recuerda la cantidad de horas y el cansancio acumulado que llevamos, parece una vertical interminable. Un último chapoteo en las gateras y otra vez la estrecha diaclasa de salida que a pesar de los estupendos apoyos instalados siempre nos da una última paliza a modo de despedida y recordatorio de que esto no termina hasta que no sales al exterior completamente. Nos vamos reuniendo alrededor de la boca mientras van saliendo compañeros, ya fuera de la cavidad todo son sonrisas de satisfacción por la gran experiencia vivida, y charlando animadamente nos dirigimos entre ganado bravo a los coches; dando gracias que se aparten del camino ya que nadie vamos para correr en estos momentos. 

    Ya solo queda bajar a Riopar tras pasar el control de Seprona que nos esperaban amablemente en el camino para comprobar los permisos pertinentes. Ahora si, a disfrutar todos juntos de una merecida merienda-cena en un magnifico ambiente espeleológico y como siempre, planeando ya futuras visitas al siempre impresionante sistema de Chorros. Nos despedimos de todos los compañeros deseando que pase pronto esta pandemia maldita que prácticamente ha estropeado este año totalmente y tantas desgracias ha causado en todo el mundo. Esperamos vernos de nuevo todos juntos muy pronto, si puede ser arrastrando por una gatera embarrada o sudando la gota gorda en una interminable vertical con la pesada saca colgando por debajo nuestro, y que todo esto solo sea un mal recuerdo que a veces comentaremos delante de una buena cerveza al salir de una cueva mientras planeamos la siguiente.

 

PEDRO HERRERO GARCÍA                    

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