Nos dirigimos
hacia Tous, en la provincia de Valencia. Vamos a visitar una de las mayores
salas de la provincia, la sima LLenca de Serrano o simplemente la LLenca como
es mas conocida.
Pasamos de largo el pueblo de Tous y seguimos la carretera al
pantano. Pasamos el desvió que se dirige hacia la presa y poco más adelante
dejamos la carretera hacia la izquierda donde un cartel indica un depósito
contra incendios. Pasamos otro cruce con el mismo cartel, pero nosotros
seguimos de frente por la pista principal, y tras un desmonte vemos a la
izquierda un sitio para aparcar del cual sale una senda rocosa que nos lleva a
un barranco y a la boca de la cavidad.
Nos equipamos en el coche y ya en la entrada
de la sima comenzamos a montar la cabecera. Tenemos para elegir spit y parabolt
a discreción como pasa siempre en cavidades tan visitadas como esta. Nuestra
compañera Quite monta la cabecera con desviador, comienza el descenso del pozo
de siete metros de la entrada y comprueba que puede bajar en limpio todo el
pozo de cuarenta y tres metros hasta el suelo. La seguimos rápidamente parando
a la salida del pozo para admirar la grandiosa bóveda que tenemos sobre nuestra
cabeza, aunque en tamaño no se puede comparar con su vecina del Campillo, es
impresionante.
La gran sala donde nos encontramos está dividida en dos partes
muy diferentes entre sí. Esta zona es bastante caótica, bloques y arcillas
cubren el suelo y la empinada rampa que vamos subiendo hasta llegar a la otra
parte de la sala. Aquí todo cambia por completo, entre constantes goteos,
grandes estalagmitas cubren su suelo y bellas coladas tapizan casi por completo
las paredes con una gama de colores que van desde el negro y gris, pasando por
todas las variedades de tonos ocres. La rampa de bajada es bastante mas suave
que la anterior, y termina en un pozo bastante grande donde se encuentra la
mayor profundidad de la sima -84 metros, el pozo de Martí.
Nosotros no tenemos
pensado descenderlo y nos dedicamos a recorrer y disfrutar de la sala con
nuestras cámaras fotográficas.
Ahora hay que buscar en la pared este, entre las
bellas coladas, un pequeño y estrecho paso que nos llevara a otra sala mas
pequeña pero mucho más profusamente decorada con preciosos espeleotemas de todo
tipo. El paso es algo incomodo, pero no da ningún problema para superarlo, y
entre varias columnas entramos en una de las salas más bonitas que se pueden
admirar en la provincia de Valencia.
Con unas medidas de 25 x 6 metros y una
pendiente de 30º de inclinación que termina en el pozo Sáez de 18 metros que
tampoco bajaremos, podemos admirar una gran columna central rodeada por
completo de bonitas formaciones de todo tipo. Destacando entre ellas unas
estalactitas cilíndricas de seis metros de largo por dos centímetros de
diámetro que cuelgan del techo para deleite de los visitantes del mundo subterráneo.
Una vez más, admirados por el paciente trabajo de la naturaleza que, con agua,
roca caliza y tiempo, ha moldeado las más sorprendentes, caprichosas y variadas
formas de calcita que se puedan imaginar. Siendo perecidas en su composición y
forma, cada cueva tiene formaciones únicas, sorprendentes y jamás iguales a
otras.
Cada visita a las profundidades de la tierra nos seguirá fascinando y
sorprendiendo con estos tesoros que la naturaleza esconde celosamente en las
profundidades de cuevas y simas, muchas veces tras penosas gateras, grandes
pozos, galerías embarradas y ríos o lagos de gélidas aguas que recorren el
interior del increíble mundo subterráneo. Sintiéndonos muy afortunados por
formar parte del relativamente pequeño colectivo que puede disfrutar de estas
maravillas naturales, salimos de la “sala Vicente Ajado”, nombre del
descubridor que un día forzó el paso de la gatera y que nos hizo este gran regalo
a todos.
Bajamos nuevamente la empinada rampa de la sala caótica y vemos la
boca del pozo de entrada en la gran bóveda por el que penetra la luz del
exterior. Comenzamos la ascensión de los cuarenta y tres metros volados que nos
separan de la entrada poniendo a prueba nuestra condición física, siempre
parece que cueste mas un volado donde vemos el final que fraccionando el pozo.
Poco después estamos todos fuera contentos por haber vuelto a visitar esta
bonita sima después de tanto tiempo.
PEDRO HERRERO
GARCIA.
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