El complejo GEP es
una de las más conocidas y peculiares cavidades de Sorbas. Consta de diez bocas
de acceso y una de las salas con más extensión de la provincia de Almería con
sus más de dos mil mts. cuadrados de superficie.
Nos dirigimos al complejo
siguiendo las indicaciones del magnífico libro editado por el grupo de trabajo
sorbas (GTS). Nosotros tomamos la N-370 y en el punto kilométrico 36 nos
desviamos por una pista en buen estado que se dirige a una gran cantera,
pasamos cerca de la puerta de acceso y siguiendo la valla unos dos km. nos
desviamos a nuestra derecha por otra pista que nos deja en el aparcamiento
cerca de una de las bocas por la que accederemos al complejo.
Equipándonos ya
vemos a nuestro alrededor las familiares higueras que marcan otras entradas al
complejo y a distintas cavidades de la zona. La boca tiene dos grandes piquetas
también típicas de la zona para montar la cabecera. Todos estos detalles tan
curiosos para nosotros, que somos espeleólogos de la especie “caliza”, no hacen
más que aumentar el deseo de empezar a disfrutar de estos yesos que tantas
gratas sorpresas nos tienen reservadas.
Tras un corto descenso de unos cinco
mts. nos plantamos en una amplia galería desfondada por la que avanzamos por su
parte derecha y pronto entramos en un túnel más estrecho pero muy cómodo de
seguir. Aquí ya disfrutamos en sus paredes de preciosas formaciones
completamente blancas que contrastan mucho con la pared de roca madre oscura,
dándoles todavía más esplendor si cabe. Salimos a una amplia sala desfondada y
giramos a la izquierda para llegar al fondo de este sector de la galería y
admirar uno de los rincones más bonitos de la cavidad. Protegido por unas
balizas para evitar golpearlas sin querer, admiramos toda una colección de
formaciones cristalizadas de un blanco como solo aquí se puede ver.
Después de
hacer las correspondientes fotos volvemos sobre nuestros pasos hasta casi el
pozo de entrada. Cruzamos al otro lado de la galería desfondada por el
principio y tras una corta trepada accedemos a una estrecha galería por la que
avanzamos con cuidado de no dañar las preciosas formaciones blancas que la
adornan, curiosamente todas ellas están dobladas en dirección a la entrada que
hemos usado para bajar al sistema. Suponemos que se debe a la corriente de aire
que debía circular por la galería durante su formación, la geología de este
sitio sigue sorprendiéndonos gratamente. Llegamos a unos bloques y la galería
se estrecha por debajo de estos, nosotros buscamos la pequeña ventana que hay
sobre los bloques ya que se accede más cómodamente que por la estrecha galería
a la gran sala de la cavidad. Esta inmensa sala es una de las más grandes de Almería.
Aquí descansamos un rato antes de proseguir con nuestra exploración, ya que sus
grandes bloques desprendidos del techo y completamente lisos invitan a una
pausa en nuestra excursión subterránea. Una vez repuestas las fuerzas, cruzamos
la grandiosa sala hasta el fondo y buscamos el estrecho paso por el que
obligadamente tenemos que pasar.
Localizamos lo que creemos que es el paso y
rápidamente nuestra compañera Quite se desliza por él y lo confirma. La corta
pero engorrosa gatera vertical seguida por un paso propio de contorsionistas, nos
obligan a esforzarnos en superarlo. Lo bueno de las travesías es que solo se
sufre una vez en superar estos pasos estrechos o complicados, ya que no tenemos
que volver a pasarlos para salir a la superficie de nuevo.
Proseguimos por una
amplia galería hasta llegar al final, donde un pozo de buen diámetro nos corta
el paso. Dos mts por encima del pozo una ventana grande nos indica el camino a
seguir. Este paso está equipado en fijo lo que hay que agradecer mucho ya que
nos ahorra portear cuerdas por toda la cueva. Sacamos los equipos de verticales
y vamos superando el pasamanos y la pequeña vertical para continuar por otra
amplia galería con sus peculiares formaciones blancas.
La galería va creciendo
en tamaño y pronto pasamos debajo de varias bocas que comunican con el exterior
y por donde entra la luz del sol y vemos las nubes pasar sobre nuestras cabezas,
una curiosidad mas típica del karst de Sorbas. Pronto vemos también grandes
raíces que nos acompañan conforme se estrecha la galería y nos obliga a gatear,
se siente el aire de la calle y de pronto estamos saliendo a la superficie
entre las ramas de una higuera y además muy cerca de nuestro coche. Así mismo,
y casi por sorpresa, terminamos la visita a una de las cavidades más
interesantes y bonitas de Sorbas.
Es curioso la gran longitud y grosor de las
raíces que vimos comparados con las pequeñas higueras de las que nacen. Tras un
corto paseo estamos de nuevo en el coche, solo nos queda recuperar la cuerda
instalada en el pequeño pozo de entrada y que es fácil olvidar ya que todavía
estamos alucinando con la visita al complejo. Ya es hora de regresar a la casa
donde nos alojamos después de un gran día de espeleo y con un recuerdo
imborrable en nuestra memoria.
PEDRO HERRERO GARCIA
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