
Una vez en la última calle, vemos lo que parece una caseta de un pozo, junto a un camino ya sin asfaltar y cerrado con una cadena. Lo seguimos entre
almendros y a unos doscientos mts, hay que estar atentos a una senda a nuestra
izquierda, esta gana altura en dirección contraria a la que traemos desde el
coche.
Seguimos nuestro ascenso por una senda bien marcada hasta el collado
llamado costera dels caragols, desde este punto se ve claramente el famoso barranco
del infierno a nuestros pies. Aquí empezamos la bajada casi en línea recta, viendo como la senda va desapareciendo, guiándonos por mojones continuos hasta las dos
bocas de la sima que se encuentran a unos ciento cincuenta mts del collado.
Volvemos a la sala de
los bloques y buscamos un estrecho paso llamado “del emparedado”, lo
localizamos, tras quitarnos el equipo de verticales y con algún
esfuerzo conseguimos acceder a una gatera de unos tres mts y entre formaciones
y columnas, salimos a la sala de las maravillas. Nada más verla comprendemos el
por qué de su nombre, toda la sala esta bellamente decorada con todo tipo de
espeleotemas y al fondo un lago de poca profundidad pero que le da a la sala su
merecido nombre.
Una vez recorrida y fotografiada esta bonita sala iniciamos el
ascenso a la sala de la bifurcación para continuar la visita a la cavidad.
Desde aquí descendemos tres mts al fondo de la sala y ya vemos una ventana con
una cuerda fija, que hay que usar más que nada para el descenso a la vuelta.
Entramos en el corredor de la corrosión, esta parte ya no tiene nada que ver al
resto de la cavidad visitada, la estrecha diaclasa muy corrosionada da a los
tres mts de recorrido a un pozo de unos nueve mts de profundidad que bajamos
sin problema. Aquí encontramos otra diaclasa con el suelo cubierto de bloques, hacia el fondo entre los bloques damos con el llamado “mal paset”. En el paso
hay que deslizarse hasta llegar a un estrecho corredor de unos dos mts,
estrecho por debajo y más ancho por arriba, bastante incomodo de pasar y que
desemboca directamente en un pozo de trece mts de profundidad. Desde este punto
solo encontramos un espit en la pared derecha, bastante expuesto y creemos que
cuando se suba costaría mucho volver a entrar en el corredor.
Desde este paso de acertado nombre y también
por falta de material, decidimos de terminar la visita a esta grandiosa sima
con la promesa de volver y acabar la exploración de la misma. Según parece
todavía nos queda una parte tan espectacular como la vista hasta ahora, con
grandes y bonitas salas como la de Ebo, a menos ciento quince mts.
Con la
satisfacción de la visita a una gran cavidad, iniciamos el ascenso y la larga
caminata de vuelta al coche, cansados pero muy satisfechos de lo conseguido en
esta gran sima que no defraudara a nadie.
PEDRO HERRERO GARCIA
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