Al poco de entrar en el bosque vemos una
torre forestal con un pequeño refugio a su lado, el refugio de la torreta.
Desde aquí hay menos de dos km a las simas y encontramos indicaciones en el
cruce, lo cual es de agradecer. Primero encontramos la Juan Herranz I, con una
valla de madera para evitar algún susto en su expuesta boca, pocos metros más
adelante a nuestra izquierda encontramos la entrada a la Juan II.
Esta cavidad presenta varias opciones para
llegar al río, nosotros elegimos descender por la vía normal, el pozo de
sesenta y ocho mts. La cavidad empieza con un hundimiento que nos deja en un
pozo de once mts. Bajado este, pasamos un resalte pequeño y llegamos a una
rampa que nos deja en la cabecera del gran pozo de sesenta y ocho mts.
Instalado el pasamanos a la cabecera, y una vez iniciado el descenso en volado,
nos damos cuenta de las grandiosas dimensiones de este pozo.
A nuestra derecha vemos una pequeña chimenea
con bonitas coladas y aporte de agua, seguimos unos cinco mts a la izquierda y
a través de un agujero a nuestros pies podemos ver el curso de agua del río.
Estamos en el paso de cuatro caminos, la entrada a los seiscientos mts de cauce
activo que completan el atractivo de esta cavidad. Es importante encontrar este
paso ya que el meandro que traíamos también nos lleva al cauce del rio, pero a
través del afluente de las marmitas, con incómodos pasos, laminadores, etc. que
hacen bastante más penosa la progresión.
Avanzamos por el sinuoso curso hasta llegar
a un derrumbe que superamos por la parte de arriba por un estrecho paso que nos
deja en una sala de bloques por la que entramos en otra salita donde volvemos a
ver el agua del rió. Destrepamos este paso y seguimos nuevamente para encontrar
otro pequeño derrumbe que como el anterior superamos por arriba. Seguimos el
cauce donde apreciamos signos de pequeños derrumbes en las paredes y el techo
producidos por las crecidas, la galería se vuelve más estrecha e incómoda en la
progresión. Pasamos un afluente que viene de la galería de las marmitas a
nuestra izquierda, y a unos ochenta metros más adelante encontramos otro pero a
nuestra derecha, estos afluentes son importantes ya que nos sitúan claramente
en la topo donde estamos exactamente. Poco después el rio desaparece en una
grieta y llegamos ante un pozo de tres mts con una cuerda fija que descendemos
sin dificultad.
Una
vez sentados al otro lado vemos la gatera estrecha e inundada que nos llevaría
al paso del baño. Aquí decidimos poner fin a nuestra aventura, nos dicen los
compañeros que detrás nos queda un meandro desfondado y una trepada muy
delicada para llegar a la chimenea final.
Esta información y haber hecho todo el
recorrido sin rodilleras, cosa que no recomiendo, me deciden a votar por
finalizar aquí la exploración. Solo nos queda el regreso con cuidado de no
saltarse el paso de cuatro caminos a la vuelta, nosotros por suerte nos dimos
cuenta a los pocos mts por una bonita colada a nuestra derecha que no vimos a
la ida. Además queremos agradecer a los componentes del club Viana el estupendo
trabajo de equipamiento de toda la cavidad, así como la magnífica topografía y
la muy exacta descripción del recorrido que hay que hacer para disfrutar de
esta joya de la zona centro.
JUAN HERRANZ 1
JUAN HERRANZ I |
Para completar un
gran fin de semana de espeleo en el bosque de Valsalobre, decidimos nada más
levantarnos el Domingo ir a visitar “la sala” de la Juan Herranz uno.
Una vez
equipados en nuestro campamento al lado de la boca de la Juan H. dos, vamos
caminando a nuestro objetivo que está muy cerca. Es todo un lujo estar en una
zona donde hay cavidades tan fantásticas y tan cerca unas de otras.
La Juan Herranz I tiene un magnifico pozo de noventa y ocho mts. dividido en dos, nosotros
solo descenderemos la primera parte de cuarenta y cinco mts. para visitar y
fotografiar la gran sala. Nada más llegar a la valla de madera que protege su
peligrosa boca abierta al lado de la pista, anclamos a un oportuno pino y
empezamos el descenso que tras varios fraccionamientos volados nos deja sobre
la rampa de conexión con el resto del gran pozo. Nosotros, tras un pequeño
péndulo nos quedamos en la sala Álvaro Arañón, si se quiere seguir el descenso
hay que instalar el largo pasamanos que evita la peligrosa rampa de piedras que
queda a nuestros pies. Una vez reunidos todos, nos encaminamos a nuestro
objetivo.
JUAN HERRANZ I |
Nada más entrar y ver la grandiosidad de la sala, quedamos
maravillados por su belleza. La recorremos fotografiando todos sus rincones, el
pequeño lago rodeado de columnas, estalactitas y todo tipo de concreciones es
en mi opinión uno de sus más bonitos rincones. La sala tiene unas dimensiones
inusuales en la zona, y eso hace de esta cavidad algo especial, ahora sabemos
por qué se usa como escuela de progresión en la zona centro. El plan para otra
visita es encontrar la galería de la arcilla, que se encuentra al este y sobre
el desfondamiento central, seguirla y descender el pozo de las perlas. Este
pozo de setenta y cuatro mts. termina en un lago de aguas profundas equipado
con un pasamanos cerca del agua para poder ser visitado por varios espeleólogos
ante la imposibilidad de poner pie en su base. Con esto se pondría broche de
oro a la visita. Una vez más agradecer a la escuela Madrileña y al club Viana
el impecable equipamiento de la cavidad, así como su topografía, facilitando
muchísimo su visita y disfrute por nuestra parte. Iniciamos el ascenso muy
satisfechos y con muy buenas fotografías en nuestras cámaras. Ahora se acusa el
cansancio de la visita a la Juan H. dos, pero a la vez que paramos a descansar
y desinstalamos, disfrutamos de la proliferación de musgos y vegetación que le
da al pozo un bonito colorido rico en tonalidades, ya que la luz del exterior
lo ilumina casi en su totalidad.
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